Mi bus

Estoy de vuelta del trabajo.

Trabajo administrando una base de datos, tres noches a la semana. Es agotador, pero tengo la ventaja de un mínimo contacto humano. Si los viajes de vuelta no fueran a las 7AM en un bus lleno de borrachos, sería el trabajo perfecto para mí.

He aprendido a tolerar la tensión de esos viajes. Reconozco el tipo de gente que los hace (además de los borrachos): pequeños comerciantes en ruta a abrir negocios, mochileros desorientados, jubilados que no van a ninguna parte y grupos de anarquistas quinceañeros. De vez en cuando hay alguien accidentado: entiéndase que no toma estos viajes con regularidad, y nos mira a todos con pánico desbordante sin soltar el celular ni apartarlo del oído, como esperando una llamada crítica que no merece ni medio ring.

También reconozco a los choferes. La mayoría no cede del estereotipo: hombres que empiezan sus 40, con algo de sobrepeso, frío y poco interés en los semáforos. Sin embargo hay uno muy particular: es un señor bien entrado en los 50, de lentes gruesos, cabello corto y manos anchas. Su escape a la normalidad es que cada unos diez minutos detiene el bus más de la cuenta, saca un pequeño bloc de su chaqueta y escribe algo que no alcanzo a ver. Tal vez sea una cuenta rutinaria de los pasajeros y nada más.

¿Será un colega recolector de excepciones?

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